Encajar. Dejándote la piel para no salirte de esa línea que marcaba
el plan. Que lo mismo no es ni tuyo. Un polígono muy regular y, por tanto, de
perímetro predecible y calculable. Sólo bastaría con recorrer el camino de uno
de sus lados para conocer todo lo demás. Con sus aristas, vértices y ángulos
que trabajan de cimientos y a la vez sirven de guías para que te mantengas
recto. Área total del camino: mi base por tu altura, o al revés. Un cálculo
perfecto y muy atado.
Perfecto según si el que hace cuentas es el caminante o el camino.
Porque para el paisaje debe ser bastante desmotivador que los caminantes dejen
la curiosidad olvidada en casa y no se pregunten qué habría si a lo largo del camino, esos vértices no
estuvieran; o si esos ángulos se abrieran en modo vista panorámica. Donde tal
vez aparezcan curvas. Más cerradas sí, pero con otras luces que también embellecen. Aprender a desencaminar muy recto. Ahí sí hay realmente que hacer camino.
Y es que quizá el camino más perfecto, es precisamente aquel donde
tiene lugar lo contrario de lo que se espera. Lo impensable. En este lugar también se forman vértices que unen pero no precisamente con lazos que atan. Con ranuras bien grandes donde se cuelan imprevistos que se te auto invitan a té y pastitas. No paséis hombres, pero tampoco os quedéis en la
puerta. Que aquí una vez puestos, se escuchan las preocupaciones de hasta los peores mal
venidos.
Un hogar sólo para los anti masas. Esa gente normal a quienes les da por residir en
escondites llenos de gente muy rara. Un enclave
turístico en zona de polígono industrial y dónde se alterna diferente, y que
aunque tenga críticas malísimas en TripAdvisor, es el punto de unión de fieles que presumen de
vagabundear la noche siempre del lado de algún sueño que tiende a infinito. Esta gente
tiene en la cara una sonrisa profident dibujada sin pincel por el son de
cualquier música.
Y tal vez ya no haya más lados ni caras. Lo que dejaría a la vía pública
sin material de obra para construir mi lado o tu lado. Porque no hay vértices,
ni aristas, ni ángulos. Que lo único que consiguen es ahogar superficies y
reducir el volumen de aire. Respirar siempre primero y luego poder llegar a
casa en paz.
Y es que debería dar igual la geometría de la senda si se permite y a
lo grande dejar ser a la única raza humana que debiera existir. La que se
siente con libertad propia y respeta que el prójimo sea libre de elegir
su camino también.
Feliz día
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